River perdió con Huracán y se compró un problema en la Copa de la Liga, justo cuando empieza la Libertadores

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En la búsqueda de su verdad, River salió del Palacio Tomás Adolfo Ducó con más dudas que certezas. En otra pobre actuación colectiva, el conjunto dirigido por Martin Demichelis perdió 1 a 0 con Huracán y comprometió su clasificación a los playoffs de la Copa de la Liga Profesional. Y a pesar de ser el equipo más goleador y el que mejor diferencia de tantos ostenta en la Zona A de cara a definición, la pérdida del invicto llega justo antes del debut del próximo martes en la Copa Libertadores 2024, ante Deportivo Táchira, en Venezuela.

La derrota se expresa en los gestos de los jugadores de RiverLA NACION/Gonzalo M. Colini

Más allá de su realidad contradictoria, con logros y turbulencias futbolísticas, lo que ofreció River en la noche del viernes santo ante el Globo no fue ajeno a las dudas funcionales que vive cada vez que sale del Monumental. Su imagen genera dudas sobre la versión que ofrecerá en el torneo continental, con rivales de otra jerarquía y contextos mucho más exigentes, más allá de que de arranque el equipo venezolano pueda invitar a afirmar los pies con firmeza. Dejar todo librado a la calidad individual de un púber talentoso como el Diablito Echeverri, sin dudas el jugador más desequilibrante del equipo en el partido, puede resultar muy escaso si no se logra mejorar colectivamente y fortificar una idea de juego sostenida partido tras partido. Si bien no mereció perder, volvió a quedar preso de un planteo erróneo del técnico, que en la desesperación de ganar terminó desbalanceando al equipo cuando comenzó a refrescar el equipo con los cambios y permitió que Huracán, con poco, festejara.

El conjunto de Nuñez salió a jugar cargado energéticamente. Pero no pudo traducir la bronca que había masticado durante la semana por la goleada sufrida ante Independiente Rivadavia por 4-0 en un amistoso en rebeldía. El 4-3-2-1 que plantó Demichelis, con Villagra y Aliendro como doble cinco, le aportó tenencia y buena circulación en la mitad de la cancha, pero le restó profundidad ofensiva. Solo alguna gambata de Esequiel Barco y un disparo de Borja generaron sensación de peligro, más allá del gol anulado por offside a los dos minutos al debutante Daniel Zabala. Viendo que el dominio del visitante no lastimaba, Huracán de a poco equilibró el juego y de a poco se fue animando más. Apostó a las contra veloces con Pussetto y Cabral y pudo irse al descanso arriba. Incluso, el árbitro Leandro Rey Hilfer debió cobrar un penal de González Pirez al propio Pussetto: ni él ni el VAR lo vieron.

Huracán se tira encima de MazzanttiLA NACION/Gonzalo M. Colini

En el complemento, River cambió la actitud y algunos nombres. Con los ingresos de Solari y Fonseca primero y Echeverri y Colidio después, se adueñó de la pelota y comenzó a llevar peligro al arco de Huracán. En un lapso de 5 minutos Solari tuvo dos oportunidades de gol que Galíndez se encargó de abortar con dos muy buenas tapadas. Pero el momento cumbre de la noche llegó a los 34 minutos. River buscaba el gol que le diera la victoria, y en un tiro libre a favor perdió el partido. Una mala ejecución de Esequiel Barco terminó en un rechazo en el área local y luego una pirueta de Franco Alfonso (futbolista de River, a préstamo en el Globo), que se saltó para impactar la pelota antes de que saliera de la cancha: la pelota fue hacia adelante, donde Walter Mazzantti inició una carrera de 60 metros, primero apareado con Nicolás Fonseca, al que dejó atrás y encaró directo a Franco Armani, al que venció con una definición deliciosa, con el revés de su pie derecho. De la emoción, el delantero se sacó la camiseta en el festejo del gol, olvidando que estaba amonestado, por lo que se tuvo que ir expulsado.

En River, el panorama cambió: la consagración en la Liga 2023 con un andar arrollador viró drásticamente a una desconfianza generalizada de los jugadores y los hinchas a partir del ya lejano episodio en el que el DT ventiló a periodistas cuestiones privadas del grupo. Nada es lo mismo. Ni las dos copas obtenidas posteriormente fueron suficientes para desactivar las críticas que producen sus procederes, aun teniendo a favor los números.

Lo mejor del partido

Es difícil entender cuál es el verdadero River que quiere Demichelis. Si el que fue salvado en el primer tiempo por las atajadas de Armani y algunas gambetas de Barco, o el que se quedó sin invicto por su voracidad ofensiva y su inocencia defensiva cuando mejor estaba para ganarlo. Es que hoy River no construye otra cosa que incomodidades a su alrededor. Y el propio técnico es el principal responsable. Todo es muy complejo en su entramado futbolístico. Tan complicado de analizar y diagnosticar como pensar que el golpe de efecto se dará si se contratan refuerzos de jerarquía… Aunque, para muchos, la hora de la verdad comienza este martes ante el Deportivo Táchira, en Venezuela. Sin dudas, lo que allí suceda oficiará de termómetro para lo que venga.

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