Ganó la Copa del Mundo de 1978, brilló en River y se retiró a los 29 años para abrir un gimnasio.
Cada futbolista enfrenta sus propias batallas y sabe todo el esfuerzo y sacrificio que hay detrás de un logro. Oscar «El Negro» Ortiz fue uno de los jugadores más importantes del fútbol argentino, siendo partícipe de diferentes hazañas que quedarán impresas en las páginas doradas del país. Entre sus tantos títulos, aparece la Copa del Mundo de 1978.
Sin embargo, el éxito, en muchos casos, no compra la felicidad. Nacido en Chacabuco, Ortiz siempre fue distinto. Tanto, que ni siquiera tocó la Copa del Mundo después de ganarla. Luego de su retiro, se despejó por completo del deporte y abrió un gimnasio, donde pasa su vida tranquilo y sin presiones.
Oscar «El Negro» Ortiz y su paso por el fútbol
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Ortiz se retiró con la camiseta de Independiente a los 29 años.
Ortiz debutó con tan solo 17 años en San Lorenzo en 1971, donde jugó cinco temporadas y dejó su huella al consagrarse campeón del Torneo Metropolitano y el Nacional en un mismo año, un logro histórico para el club.
En 1976, decidió probar suerte en Brasil al arribar a Gremio, aunque su paso por el equipo no fue el esperado. Al año siguiente, regresó a Argentina para jugar en River Plate, donde vivió su mejor etapa.
Con el «Millonario» obtuvo cinco títulos locales y su desempeño lo llevó a integrar la Selección Argentina que ganó el Mundial de 1978, siendo titular en la final frente a Países Bajos.
En 1981, Ortiz pasó a Huracán y, posteriormente, a Independiente, donde ganó el campeonato de Primera División en 1983, año en el que decidió retirarse del fútbol con apenas 29 años.
Su vida después del retiro
Tras colgar los botines, Ortiz tuvo un breve paso como formador en las divisiones inferiores de San Lorenzo, pero con el tiempo decidió apartarse completamente del mundo del fútbol. Actualmente, lleva una vida sencilla y tranquila en Parque Chacabuco, donde tiene su propio gimnasio.
Los ingresos de este emprendimiento, junto con un bono mensual que recibe de la AFA por ser campeón del mundo en 1978, le permiten mantenerse alejado de los reflectores y disfrutar de una vida en paz.
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