La NASA se encuentra en plena planificación de sus ambiciosas misiones espaciales para el año 2025, donde se destacan avances en la exploración lunar y en el estudio del espacio profundo. Aunque la fecha del viaje tripulado de Artemis II fue reprogramada para abril de 2026, el próximo año será crucial en los preparativos para esta misión, que tiene como objetivo posicionar a la agencia espacial más cerca de materializar una nueva era de exploración lunar y marciana. Según un video publicado por la propia NASA en sus redes sociales y citado en medios como Andina, “en 2025, lograremos avances en la aviación, enviaremos naves espaciales más cerca del Sol que nunca y sentaremos las bases para la exploración humana de la Luna y Marte”, afirmaron desde la agencia.
En este contexto, se realizarán pruebas fundamentales con el megacohete Starship, diseñado por SpaceX para misiones a la Luna y Marte, cuya tecnología ha dado paso a hitos destacados en los meses recientes. De acuerdo con las actualizaciones, en octubre de 2024, SpaceX logró exitosamente “atrapar” en vuelo al propulsor de la nave, lo que marca un avance clave para misiones futuras. Además, para 2025, el segundo vuelo adjudicado a Intuitive Machines tiene programado su aterrizaje en el Polo Sur de la Luna bajo la misión IM-2, en lo que será la primera demostración de utilización de recursos in situ. “Será una prueba crucial para medir los contenidos volátiles del subsuelo lunar utilizando un taladro y un espectrómetro de masas”, según informó la NASA.
Otro elemento relevante que protagonizará esa agenda será el papel del programa CLPS (Servicios comerciales de carga útil lunar), esencial dentro de la campaña Artemis, donde las iniciativas científicas y las demostraciones tecnológicas tendrán como objetivo priorizar las bases necesarias para futuras misiones tripuladas en el satélite natural. En relación con el programa, se destaca que en febrero de 2024 se logró desplegar con éxito el primer módulo de aterrizaje lunar de Intuitive Machines, lanzado desde el Complejo de Lanzamiento 39A en el Centro Espacial Kennedy.
Mientras tanto, en la órbita terrestre, la Estación Espacial Internacional (EEI) continuará siendo un epicentro de experimentos y rotaciones tripuladas. Según la programación, se prevé el regreso de la Crew-9 durante la primavera estadounidense, tras completar importantes investigaciones científicas en el laboratorio en órbita. En tanto, Crew-10, programado no antes de febrero de 2025, comprenderá la participación de las astronautas Anne McClain y Nichole Ayers, junto con sus compañeros de otras agencias espaciales, como Takuya Onishi, de la JAXA, y Kirill Peskov, de Roscosmos. El grupo llevará a cabo “investigaciones científicas y demostraciones tecnológicas cuya relevancia radica en posibilitar futuras exploraciones humanas”. También se menciona el vuelo Crew-11, que aún no tiene definida su tripulación, pero se proyecta para julio.
Por otro lado, las ambiciones científicas del Programa de Servicios de Lanzamiento (LSP) también tienen su punto culminante en 2025, con tres misiones prioritarias que contemplan un análisis profundo del Sol, del universo y del entorno espacial terrestre. Entre ellas, una de las misiones más esperadas es SPHEREx (Espectrofotómetro para la historia del universo, época de reionización y explorador de hielo), un telescopio espacial que será lanzado a bordo de un cohete Falcon 9, con la tarea de construir un mapa tridimensional del universo usando luz visible e infrarroja, a ocultando más colores que nunca antes vistos. En conjunto, se ejecutará la misión PUNCH, que desentrañará los procesos mediante los cuales la masa y energía de la corona solar impulsan el viento solar.
Hacia finales del mismo año, la misión IMAP (Interstellar Mapping and Acceleration Probe) captará información detallada de la heliosfera, área que protege al sistema solar de radiaciones interestelares. Asimismo, los satélites Sentinel-6B continuarán los esfuerzos de monitoreo oceánico de su predecesor, el Sentinel-6 Michael Freilich, lanzado en 2020, garantizando datos hasta 2030. “Este satélite cambiará la manera en que monitoreamos el nivel del mar a escala global, ofreciendo una precisión sin precedentes”, reportan especialistas consultados.
También se destaca la participación de la nave Dream Chaser, que en su primer vuelo retornará más de 3.500 kilogramos de carga a la EEI desde la Tierra. Aunque su fecha de lanzamiento aún no está confirmada, este tipo de misiones garantizan el suministro continuo de herramientas y materiales clave para las investigaciones en microgravedad que la estación lleva a cabo.
De cara al 2025, los proyectos mencionados reflejan la meta de consolidar la exploración espacial como un componente esencial del avance científico. Tanto las alianzas estratégicas con empresas privadas como las colaboraciones internacionales se posicionan como pilares fundamentales en esta etapa, en la que cada misión ofrece un paso más hacia el próximo gran salto de la humanidad fuera del planeta.