Guangzhou Evergrande, el equipo de China que quiso conquistar el mundo y terminó desapareciendo

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Si alguien decía hace una década que el Guangzhou Evergrande iba a desaparecer, lo habrían tildado de loco. Pero el fútbol, como la vida, da vueltas inesperadas. Y en este caso, la historia se escribió con un final trágico: el club que más copas ganó de China, el que se atrevió a desafiar a los grandes de Asia y a tentar estrellas de todo el planeta con contratos multimillonarios, dejó de existir.

El Guangzhou Evergrande FC, que en su mejor época contaba con figuras como Paulinho, Jackson Martínez, Robinho, Lucas Barrios y hasta Gilardino, confirmó lo que muchos temían: la burbuja del fútbol chino explotó. Con la quiebra del gigante inmobiliario que sostenía sus delirios de grandeza, el club quedó a la deriva, sin fondos y con una deuda impagable. La Asociación de Fútbol de China le bajó el pulgar y no podrá disputar la temporada 2025 de la Superliga.

“Lamentamos que los fondos recaudados no fueran suficientes para saldar debido a la pesada deuda histórica y que el acceso finalmente no se haya concedido. Desde aquí, expresamos nuestras más sinceras disculpas a todos aquellos que se preocupan por el Guangzhou Football Club, así como a los fans y amigos”, comunicó el club en enero. Un cierre melancólico para una institución que alguna vez soñó con reinar en el fútbol mundial.

FRA34 YOKOHAMA (JAPÓN) 17/12/2015.- El guardameta chileno del FC Barcelona, Claudio Bravo (i), lucha por el balón con el centrocampista brasileño del Guangzhou Evergrande, Paulinho, durante la semifinal del Mundial de Clubes que disputaron ambos equipos en el estadio de Yokohama (Japón), hoy, 17 de diciembre de 2015. El FC Barcelona venció hoy por 3-0 al Guangzhou Evergrande chino con tres goles de Luis Suárez, y disputará la final este domingo ante el River Plate argentino. EFE/FRANCK ROBICHON tokio japon Claudio Bravo futbol copa mundial de clubes futbol futbolistas Guangzhou Evergrande FC vs FC Barcelona

El equipo que dominó China

Para entender la magnitud del derrumbe, hay que remontarse a los años dorados. En 2010, Evergrande tomó el control del Guangzhou y transformó a un equipo que apenas había ganado dos títulos en toda su historia en una auténtica máquina de ganar. Fueron ocho títulos de liga (siete de ellos consecutivos entre 2011 y 2017) y dos Champions de Asia (2013 y 2015), algo que ningún otro club chino logró.

La receta era simple: dinero, mucho dinero. Se pagaron fortunas por jugadores de renombre y se les ofrecieron salarios imposibles de igualar en cualquier otro rincón del mundo. El argentino Darío Conca fue el emblema de este modelo. En 2011, el enganche argentino llegó desde Fluminense a cambio de 8.200.000 euros y con un contrato de 10.500.000 anuales, que en ese momento lo convirtió en el tercer futbolista mejor pago del planeta, solo detrás de Messi y Cristiano Ronaldo. Sí, un jugador casi desconocido en Europa cobrando más que figuras consagradas.

OLEIMA20121027_0086 STR Lucas Barrios, Marcelo Lippi y el argentino Darío Conca, campeones en China. (AFP)

Conca fue un ídolo allí. Su talento y su pegada mágica hicieron del Guangzhou un equipo imparable en China. En sus tres primeras temporadas, marcó 54 goles en 99 partidos y fue el eje del equipo que ganó tres ligas consecutivas y la primera Champions asiática del club en 2013. En 2015 regresó para un segundo ciclo y se quedó con otra Champions.

Poco después de retirarse en 2019, Conca recordaba su experiencia en China con sensaciones encontradas: “Fue difícil. Me incomodaba un poco, porque sólo se hablaba de lo que cobraba y parecía que no valía lo que hacía en la cancha. Daba un poco de vértigo… pero también felicidad por lo que había logrado. Se decía que era el mejor pagado, el tercero… Creo que estaba en el top-10 dependiendo de los ingresos por imagen. Trabajé duro, me entregué al máximo y aproveché la oportunidad”.

Darío Conca fue figura en los años dorados del Guangzhou Evergrande chino.

Pero el Guangzhou no se quedó solo con Conca. También apostó fuerte por figuras sudamericanas como el brasileño Paulinho, que llegó en 2015 por 14.000.000 desde el Tottenham, se fue al Barcelona por 40.000.000 y volvió al Guangzhou por 42.000.000. El colombiano Jackson Martínez fue otro fichaje estrella: lo compraron al Atlético de Madrid en 46.000.000 euros, pero las lesiones lo terminaron convirtiendo en un fiasco.

También hubo entrenadores de peso: Marcelo Lippi, campeón del mundo con Italia en 2006, dirigió al equipo entre 2012 y 2014. Luego llegaron Fabio Cannavaro y Luiz Felipe Scolari, todos técnicos de primer nivel.

Jackson Martínez fue comprado por cifras millonarias en China.

El principio del fin

Todo comenzó a torcerse en 2019. La Superliga China, que en su momento fue el destino de figuras como Carlos Tévez, Javier Mascherano, Ezequiel Lavezzi, Óscar y Hulk, empezó a sufrir restricciones económicas impuestas por el gobierno. Se establecieron topes salariales y limitaciones para las contrataciones extranjeras. En paralelo, Evergrande empezó a tambalear: la burbuja del mercado inmobiliario chino explotó y la empresa acumuló deudas por 300.000.000 dólares.

Guangzhou empezó a perder a sus estrellas, ya no podía pagar sueldos millonarios y su rendimiento cayó en picada. En 2022 descendió a Segunda División y se quedó sin sus últimos jugadores extranjeros. En 2023, Hui Ka Yan, fundador de Evergrande, fue detenido por las autoridades chinas por fraude financiero. Era la confirmación de que el coloso con pies de barro se derrumbaba.

Para 2024, el Guangzhou FC ya no podía sostenerse. Intentó recaudar fondos para mantenerse en el profesionalismo, pero la Federación China lo excluyó de la lista de clubes habilitados para la Superliga. Game over.

Mascherano jugó en la liga china.

Hebei China Fortune’s Ezequiel Lavezzi (R) controls the ball during the Chinese Super League (CSL) football match between Hebei China Fortune and Guangzhou Evergrande in Langfang in China’s northern Hebei province on November 27, 2019. (Photo by STR / AFP) / China OUT

El fútbol chino, en la ruina

El caso del Guangzhou es solo la punta del iceberg. Desde 2020, más de 30 clubes chinos desaparecieron. La pandemia del Covid-19 fue un golpe durísimo, pero la crisis venía de antes: una gestión descontrolada, sueldos imposibles de sostener y clubes que dependían exclusivamente de la inversión de grandes empresas, que terminaron cayendo una tras otra.

El gobierno chino, que había impulsado el crecimiento del fútbol con el sueño de convertir al país en una potencia mundial para 2050, se dio cuenta de que el modelo no funcionaba y cortó los subsidios: “Solo mirando a largo plazo, manteniendo la operación financiera en un estado saludable e invirtiendo en la juventud con paciencia, los clubes tendrán un futuro robusto”, afirmó la Asociación de Fútbol de China.

Hoy, de los 12 equipos que iniciaron la era profesional en 1994, solo quedan tres en pie: el Shanghai Shenhua, el Shandong Taishan y el Beijing Guoan. El resto desapareció.

El Shanghái Shenhua de Carlos Tévez, uno de los pocos equipos que quedó de pie en China EFE/Yi Xin PROHIBIDO SU USO EN CHINA china shanghai Carlos Tevez futbol Liga de Campeones de la Confederación de Asia futbolistas partido Shenhua vs Brisbane Roar FC

El fútbol chino pasó de ser la gran promesa del mercado global a una liga en bancarrota, sin figuras y sin interés internacional. Arabia Saudita, con su propio modelo de inversión desenfrenada, tomó la posta y hoy es el destino de moda para las grandes estrellas.

El final de una era

El Guangzhou Evergrande fue el mayor experimento del fútbol chino. Un equipo construido a base de billetes, que soñó con dominar Asia y hasta con competir con los clubes europeos. Durante casi una década lo logró, pero cuando el dinero dejó de fluir, todo se vino abajo.

La desaparición del Guangzhou marca el fin de una era. De los estadios vacíos con estrellas extranjeras a clubes cerrando sus puertas por falta de fondos. El equipo que llevó al fútbol chino a la cima ya es historia. Y Darío Conca, ese 10 chiquito que llegó como un desconocido y se fue como un rey, quedará en el recuerdo como el símbolo de los días de gloria del Guangzhou Evergrande.

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