Durante la administración de Joe Biden, la NASA destinó más de 20 millones de dólares a subvenciones y contratos relacionados con la Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI), lo que ha generado gran controversia y fuertes críticas.
Estas inversiones incluyeron financiamiento para programas de «sesgo implícito», charlas con autores «anti-racistas», directrices sobre la «afirmación de género» en el lugar de trabajo y una presencia mediática de izquierda, como revela un informe.
El impulso para implementar estas políticas provino de una orden ejecutiva firmada por Biden al inicio de su mandato, que impulsó una serie de medidas para integrar los principios de DEI en todas las operaciones de la agencia espacial, afectando criterios de reclutamiento, evaluaciones de desempeño y promociones.
El CEO de Open The Books, organización que redactó el informe, John Hart, comentó que la misión de la NASA es demasiado arriesgada como para distraerse con la política identitaria, señalando que «la física newtoniana y la reentrada atmosférica no se preocupan por las charlas antirracistas y las políticas de ‘afirmación’ de género».
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Aunque las subvenciones y contratos destinados a estas iniciativas representaron una fracción de su presupuesto anual de 25 mil millones de dólares, el exadministrador de la NASA, Bill Nelson, promovió una agenda de equidad más allá de esos fondos.
El enfoque de DEI de la NASA, cuando la Oficina de Diversidad y OportunidadesIgualitarias de la agencia organizó una charla con el autor y profesor demócrata Ibram Kendi a finales de 2020, titulada «Misión a la Inclusión: Cultivando un Lugar de Trabajo Antirracista».
Aunque no se sabe cuánto se le pagó a Kendi, en 2022 recibió 5.000 dólares por una charla similar con empleados de los Institutos Nacionales de Salud (NIH).
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Fue durante los primeros momentos de la presidencia de Biden cuando la NASA adoptó por completo estas políticas, que incluyeron cursos como «Diversidad Total» y «El Poder de la Inclusión», así como discusiones sobre libros relacionados con el sesgo inconsciente y la diversidad en el lugar de trabajo.
Un libro promovido por la NASA, Diversity Beyond Lip Service, indicaba que los hombres blancos europeos, heterosexuales y cristianos deben reconocer los privilegios que gozan y ser conscientes de los sentimientos de incomodidad que esta «nueva responsabilidad» podría generarles.
También se promovieron charlas sobre temas de antirracismo, como las de la comunista Uju Asika, quien escribió sobre cómo criar niños «en un mundo prejuicioso».
Asika alentaba a los padres a ser conscientes de los problemas raciales y de no «blanquear» la historia de Estados Unidos, en un claro intento por interferir en la crianza de los niños.
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Otras políticas implementadas incluyeron directrices sobre género en el lugar de trabajo, que permitían a los empleados en proceso de transición utilizar los baños, vestuarios y otras instalaciones con los que se sintieran más cómodos, sin ser obligados a usar instalaciones alternativas.
En cuanto al reclutamiento, la NASA se enfocó en comunidades «desatendidas» y en personas con discapacidades. Asimismo, en las evaluaciones de desempeño, los empleados fueron calificados según su grado de compromiso con la justicia social y la inclusión, así como su participación en actividades de DEI y su esfuerzo por promover la diversidad en el desarrollo profesional de los empleados.
En 2023, la NASA organizó un «Día de Diversidad, Equidad, Inclusión y Accesibilidad», en el que contrató a varias empresas orientadas a DEI para ofrecer formación a sus empleados en el Centro Espacial Lyndon B. Johnson en Houston.
Una de las empresas proveedoras, Decide Diversity, creó una «Tabla de Diversidad» que etiquetaba a los empleados según su raza, identidad de género, orientación sexual y otros marcadores, con el objetivo de generar conversaciones sobre la diversidad en el lugar de trabajo.
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Sin embargo, este enfoque hacia la diversidad y la inclusión ha suscitado grandes críticas por desviar la atención de los objetivos principales de la NASA. En este contexto, el grupo Open The Books también reveló un informe sobre los problemas financieros y de calidad que enfrentan los contratistas privados de la NASA.
Entre los peores infractores se encuentra Boeing, que ha sufrido retrasos y sobrecostos en el desarrollo de la nave espacial Starliner, destinada al transporte de tripulación hacia y desde la Estación Espacial Internacional (ISS).
Este proyecto ha tenido un sobrecosto de alrededor de 1,8 mil millones de dólares y está seis años retrasado en su desarrollo.
Entre los contratistas más importantes de la NASA, Boeing recibió aproximadamente 6,4 mil millones de dólares en contratos entre los años fiscales 2021 y 2025, convirtiéndose en el segundo mayor contratista de la agencia después del Instituto de Tecnología de California (9,8 mil millones de dólares).
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Boeing ha estado bajo fuego por grandes problemas de control de calidad, que también afectaron a su flota de aviones 737 MAX, involucrados en dos accidentes mortales.
En cuanto a SpaceX, la compañía de Elon Musk recibió 5,4 mil millones de dólares en contratos de la NASA entre 2021 y 2024, incluidos 2,7 mil millones para desarrollar un Sistema de Aterrizaje Humano destinado a misiones lunares y 2,3 mil millones para transportar astronautas a la ISS.
A diferencia de Boeing, SpaceX no ha sido acusada de importantes sobrecostos o retrasos, y Musk ha estado al frente de la iniciativa del gobierno de Trump para reducir costos en las adquisiciones gubernamentales.
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Finalmente, otros contratistas destacados de la NASA entre 2021 y 2024 incluyen Lockheed Martin (2,8 mil millones), Northrop Grumman (2 mil millones) y Blue Origin (1,2 mil millones).
En cuanto al presupuesto de la NASA, en 2024 fue de 24,9 mil millones de dólares, ligeramente inferior a los 25,4 mil millones de 2023.
Este panorama refleja una tensión creciente entre el enfoque hacia la DEI impulsado por la administración Biden y las dificultades financieras y operativas que enfrenta la NASA debido a los retrasos y sobrecostos en varios de sus proyectos clave.
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