POLÍTICA
La Iglesia Católica se ha unido al clamor popular, exigiendo atención y acciones frente al abismo de desapariciones y violencia que consume al país bajo el gobierno actual.
Este domingo, en su homilía, la Iglesia Católica ha elevado su voz, manifestando una profunda indignación por la creciente crisis de desapariciones en México. Resaltó el caso del rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco, como un sombrío símbolo del dolor y la desesperación que azotan al país.
El sufrimiento de las madres y familias que buscan incansablemente a sus seres queridos refleja una profunda herida. Esta situación evidencia la incapacidad estatal de proteger a sus ciudadanos.
Crisis humanitaria desatendida
Durante el gobierno de López Obrador, las cifras de desapariciones y homicidios han alcanzado niveles alarmantes. En 2023 se reportaron 30,523 asesinatos, y el número de desaparecidos ha superado los 100,000 a nivel nacional.
Este gobierno ha presenciado el 41% de todas las desapariciones registradas desde 1988. Esta estadística subraya una gestión ineficaz y desbordada.
| La Derecha Diario
Desprotección y olvido
La crítica de la Iglesia subraya una dura realidad: «hemos dejado de escuchar a quienes sufren». Esta acusación apunta directamente a un gobierno aparentemente sordo ante los clamores de justicia de su pueblo. Las familias afectadas son reducidas a meras estadísticas en un sistema que distorsiona la realidad de la violencia diaria.
Son crímenes de lesa humanidad
El abandono estatal es palpable. La política de «abrazos, no balazos» ha demostrado ser un rotundo fracaso. La negligencia gubernamental ha escalado la violencia y las desapariciones a niveles insostenibles, dejando a las familias mexicanas a merced de la delincuencia organizada.
Es crucial que los ciudadanos exijan una revisión total y urgente de la estrategia de seguridad del país. La Iglesia y las comunidades afectadas claman por un cambio radical que termine con esta era de impunidad y desesperanza.
Un clamor que no puede ser ignorado
La voz de la Iglesia se suma al grito de miles que ya no pueden ser ignorados. México debe enfrentar esta grave crisis con acciones concretas y efectivas, no con más promesas vacías.
El país necesita un liderazgo que verdaderamente proteja a sus ciudadanos y respete sus derechos humanos. No podemos permitir que el baile y la indiferencia del presidente oscurezcan el hecho de que estamos sumidos en una crisis humanitaria profunda.
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