Antonio Gasalla, el artista que en su final se olvidó de sí mismo

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La capacidad de trabajo de Gasalla lo fueron colocando en primer lugar de la TV, el cine, , y luego en el Maipo, con expansión a calle Corrientes y Mar del Plata.

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En 2019 se sacó la peluca y se despidió de su audiencia en el programa de Susana Gimenez. 

Suele ocurrir que un artista sienta con dolor en la vejez que el público ya lo ha olvidado. Más raramente, y esto es lo que pasó con Antonio Gasalla, es el público el que siente, con dolor, que el propio artista se olvidó de sí mismo, de sus personajes, de los aplausos, de las noches de gloria y las locuras en los camarines, de todo, o casi todo. Acaso recordaba, como en una nebulosa, su infancia en Ramos Mejía, su adolescencia en la Escuela Nacional de Arte Dramático, y ese muchachito uruguayo tan parecido al que lo fue a visitar en la vejez, lo tomó de las manos, y lagrimeó dulcemente mirándolo a los ojos.

Antonio Gasalla se inició a los 23 años como actor secundario. Bajito, de nariz agresiva y ojos saltones, no iba a ser galán. Pero a los 25, en dupla con sus compañeros de estudios y picardías Carlos Perciavalle, Edda Díaz y Nora Blay, iba a iniciar algo nuevo en estas pampas, el café concert. La obra se llamó “Help Valentino”, fue éxito en el Regina, y a fines de los ’60 propició el surgimiento de La Gallina Embarazada y El Gallo Cojo, creaciones de otros artistas, y del entonces joven productor Lino Patalano.

Los dos amigos hicieron después “Dejate de historias y cosaquiemos la cosaquia”, “La mandarina a pedal” y más disparates y actuaron en las películas “Clínica con música” y “Un viaje de locos”, pero la figura y la capacidad de trabajo de Gasalla lo fueron colocando en primer lugar, y luego en el Maipo, con expansión a calle Corrientes y Mar del Plata. Desde “Gasalla for export”, en 1973, con libreto de Enrique Pinti, su nombre iba a figurar casi siempre en los títulos, como “Gasalla 77”, “Abajo Gasalla”, “Idolos y forros de Gasalla”, “Gasalla Nacional”, etc., hasta su despedida en 2020 en Mar del Plata. Hubo excepciones, entre ellas “Monólogos de la endorfina”, “Destino de gloria”, “Cristina en el país de las maravillas” o “Más respeto que soy tu madre”. Y hubo reencuentros siempre exitosos con Perciavalle, en escenarios de Punta del Este y calle Corrientes.

Ya para entonces, el capocómico (porque fue realmente un capocómico), había participado en una decena de películas, de las que cabe resaltar “La tregua”, de Sergio Renán, con un personaje de empleado tímido que un día revienta, “Esperando la carroza”, de Alejandro Doria, como mamá Cora, con máscara de Alex Matthews, y su único protagónico en cine, “Dos hermanos”, de Daniel Burman, con Graciela Borges, una obra excepcional.

La vieja mamá Cora le abrió las puertas de la televisión, y allí también reinó, primero apareciendo como La Abuela en “Badía y compañía”, después en sus propios programas “El mundo de Antonio Gasalla”, “El palacio de la risa” (épocas en que ATC todavía era capaz de competir) y otros, en otros canales, con una treintena de personajes grotescos de características bien argentinas: la empleada pública, la maestra Noelia, la infeliz Soledad Dolores Solari, la ricachona Inesita, devota de las cirugías estéticas, la presentadora Bárbara Don`t Worry, la licenciada Gutman, la Gorda, la Traductora, etc., que popularizaron gestos y frases como “¡Atrás, atrás!” y “¿Qué problema, no?”

Las máscaras de Matthews y los compañeros de elenco (Norma Pons, Roberto Carnaghi, Verónica Llinás, Clotilde Borella, Atilio Veronelli) contribuían al éxito. Pero fue de nuevo el personaje de una abuela, el que tuvo más continuidad: la vieja que visitaba a Susana Giménez para contarle las zafadurías de sus nietas. Y fue el de la despedida de la tele, en 2019. De pronto el personaje de la vieja se quitó la peluca, y apareció Gasalla, la persona, para decir adiós. Así es como corresponde despedirlo.

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