Resultado parcial: casta 1, batalla cultural 0

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1 El cierre de listas y la ulterior disputa virtual entre las autopercibidas Fuerzas del Cielo, con el poder real del mileísmo representado por Karina Milei, podría indicar un predominio del ala pragmática del Gobierno sobre el ala ideológica. El enojo manifestado, entre otros, por Alejandro Fantino, quien transformó el apellido Pareja en Pajerta, los insultos de los tuiteros, por un lado y, por el otro, la presencia de experonistas y massistas en las listas podrían indicar una suerte de giro o de olvido de la batalla cultural por el otro. Nuestra hipótesis es distinta: los gobiernos ultras en el mundo tienen en claro qué es táctica y qué estrategia. La táctica electoral –que seguramente puede verse menguada por una actitud más pasiva de Santiago Caputo, pero que cuenta con el inestimable apoyo involuntario de un peronismo cuanto menos confundido– puede cambiar, apelando a lo que queda del PRO y a otros apoyos territoriales. Pero la estrategia, que incluye a lo ideológico, la visión a largo plazo se mantiene. Ya lo dijo el presidente Milei en la semana en el Derecha Fest: ganar la batalla cultural es lo que permite decirle a la gente qué debe hacer.

2 Un artículo de Jean-Marie Pottier, publicado en la revista francesa Sciences Humaines narra la situación del primer gobierno de Donald Trump. Tal como podría suponerse, esa primera experiencia fue en un sentido más pragmática. Allí, hubo muchos personajes analogables a los primos Menem o a Sebastián Pareja rodeando al Presidente. El turno de los ideólogos, de los JD Vance quedó para un segundo mandato. La evolución natural del mileísmo en el poder parece seguir ese derrotero.

3 Citemos a Pottier: Volvamos hacia los últimos días de enero de 2016. Era la víspera del caucus de Iowa, era la primera elección primaria entre los candidatos a la investidura republicana para la Casa Blanca. En la portada de la National Review, dos palabras: “Contra Trump”. En sus páginas interiores el editorial de esta revista conservadora demolía al “oportunista” quien proyectaba “destruir el amplio consenso ideológico conservador”. Este consenso ideológico aparente, hace más de medio siglo es reivindicado como propio por esta revista. Encarna la publicación al “fusionismo”, es decir, una alianza entre el liberalismo económico, el conservadurismo moral de fuerte inspiración cristiana y, en un contexto de Guerra Fría, el intervencionismo fuerte en materia de política internacional.

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4 Y un poco más: esta voluntad de fusión, este fundirse, ha sufrido ataques de fiebre. La ruta del trumpismo se ha pavimentado con ladrillos, apunta Gabriel Solans. En efecto, aparte de los años de Newt Gingrich cabe recordar la cacería de brujas del senador McCarthy contra los comunistas, en los años 50, los excesos del candidato republicano a la Casa Blanca, Barry Goldwater en 1964 (“El extremismo en defensa de la libertad no es un vicio y la moderación persiguiendo la Justicia no es una virtud”), incluso la revuelta fiscal del Tea Party en los años 2010”. En cambio, “En 2025 esta vieja alianza conservadora parece haber implosionado. El intervencionismo cede su lugar a un aislacionismo con una fuerte connotación nacionalista. El liberalismo económico tradicional del Grand Old Party se encuentra descuartizado entre una crítica acérrima del libre intercambio comercial y una rehabilitación del rol del Estado, por un lado, y de un “tecno-optimismo” desenfrenado, encarnado particularmente por Elon Musk, por el otro lado. El conservadurismo moral de inspiración cristiana por su parte ha conocido una importante redefinición bajo el liderazgo de intelectuales católicos calificados de “postliberales”. Todo sazonado con angustias existenciales y llamados de corte autoritario”.

5 El análisis político debería quedarse con este trazo: que lo coyuntural no tape al bosque. Que el triunfo parcial de la casta como aliada no haga olvidar que el partido es largo.

6 Este 8 y 9 de agosto se llevarán a cabo las XIII Jornadas de Debates Actuales de la Teoría Política Contemporánea “La imposibilidad de nombrar este tiempo entre tecnofeudalismo y neofascismos”, en la Universidad Nacional de Lanús. Repasando las ponencias que se presentarán, uno puede encontrarse con muchos términos que intentan hacer un trabajo clave de la razón: encontrar un nombre a aquello que surge. También cuánto hay de “neo” en este momento que vivimos.

7 El politólogo Daniel Pereira Andrade propone una palabra que también indica en qué anda el gobierno de los hermanos Milei: “conspiritualidades”. Explica que “Según Ward y Voas (2011), los discursos conspirituales combinan dos elementos: teorías conspirativas que sostienen que un grupo oculto intenta controlar de manera encubierta el orden político y social; y creencias espirituales que afirman que la humanidad está atravesando un “cambio de paradigma” en la conciencia. Estos discursos ofrecen una explicación místico-conspirativa de las crisis globales, basada en causalidades invisibles derivadas de guerras secretas por la dominación mundial. En ese marco, los enemigos ocultos han sido representados tanto como comunistas infiltrados y omnipresentes en el contexto posterior a la Guerra Fría, como fuerzas espirituales malignas que parasitan a los verdaderos productores de valor (emprendedores y trabajadores honestos), a las familias y al cuerpo político de la nación”. El autor sitúa el comienzo de esta tendencia en la epidemia de covid en 2019 en Brasil.

8 El germen es el miedo. Y ese miedo es el anverso de la rosca política: es el punto misterioso para muchos en el que Milei conecta con la sociedad. En la década del 30 del siglo pasado, con el nazismo incipiente, uno de los discípulos díscolos de Sigmund Freud, Wilheim Reich escribió un libro sobre el que vale la pena volver: Psicología de masas del fascismo. Allí, analiza la irrupción de Hitler al poder. Y en su crítica a la impotencia del análisis clásico marxista por entender el fenómeno nazi dice: “mis experiencias médicas con personas de muchas clases, razas, naciones, credos, etc., me habían enseñado que este ‘fascismo’ no es sino la expresión políticamente organizada de la estructura del carácter del hombre medio, de una estructura que no está ligada ni a determinadas razas o naciones ni a determinados partidos, sino que es general e internacional. En este sentido del carácter, ‘fascismo’ es la actitud emocional básica del hombre autoritariamente sojuzgado de la civilización maquinista y de su concepción vital místico-mecanicista”.

9 Este es el punto: en cualquier decisión estratégica aparece la mirada conspiritual. Lo que marcó Juan González en su último libro sobre el carácter mesiánico del Gobierno. Algo que conectó con los miedos de una sociedad insatisfecha. Reich propone algo que suena seguramente ingenuo, pero quizás sea un punto de partida: volver a recuperar el valor de una “democracia es producida por las funciones del amor, del trabajo y del conocimiento, y se desarrolla orgánicamente”. Recuperar la lógica. No en vano el capítulo uno del libro de Reich se llama “la Brecha”.

*Jefe de redacción del diario PERFIL.

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