Vuelve el unipersonal tributo a Pavlovsky en su faceta de psicodramatista

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“Ver actuar a Pavlovsky fue motor del deseo de estar ahí, en el escenario, haciendo lo que estaba haciendo él. El teatro es vida atestiguando la vida y proponiendo constantemente enfocar la mirada en qué nos está pasando, que nos pasó y que creemos que nos va a pasar”, dice Maxi Sarramone, quien regresa con Deviniendo Tato”, con textos de Eduardo Tato Pavlovsky, en su faceta y trabajo como psicoterapeuta grupal y psicodramatista. Escrita por Rodrigo Cárdenas y Gabriela Villalonga, Sarramone compone en este unipersonal a siete pacientes y al mismo Pavlovsky.

Tras dos exitosas temporadas, vuelve al teatro Tadrón, Niceto Vega 4802. Al finalizar cada función los asistentes son invitados a una propuesta participativa (opcional) desde el cuerpo y la palabra con quienes hacen la obra. Se trata de un tributo a todo lo vivido y trabajado con Tato en sus sesiones grupales. Desde este sábado, a las 21. Conversamos con Sarramone.

Maxi Sarramone: La figura de Tato Pavlovsky es inmensa y abarca varias áreas y varias décadas, es historia y presente del teatro argentino, pero también es historia política argentina, historia de la psicoterapia grupal, con foco en el psicodrama, y todo con absoluto impacto en nuestra actualidad de 2025. Es imposible pensar en las obras más significativas del teatro argentino, sin que «Potestad» sea parte de esa lista. Pero creo que en lo personal, lo que representa Tato es el actor absolutamente vivo en escena, verlo actuar a Pavlovsky, fue en su momento para mi que estudiaba teatro, una clase de actuación, la autoridad y vitalidad con la que actuaba las obras era motor del deseo de estar ahí, en el escenario, haciendo lo que estaba haciendo él.

M.S.: Tenemos la suerte de poder conocer las percepciones del público ya que en la temporada anterior y en la actual, realizamos un encuentro donde nos comparten estas resonancias a partir de la obra. Hay un fragmento de texto, que originalmente es de la obra «Rojos globos rojos» que habla del deterioro de una persona, que en la obra está puesto en voz de un paciente ex deportista que se siente envejecer, que es muy sensible y se juega con mucho humor y ternura, entonces impacta. Hay otro texto que dice » Vivimos en una época, dominada por la crueldad social y el individualismo extremo…» Y ese texto se fue resignificando desde nuestro estreno en 2021 saliendo poco a poco de la pandemia a hoy, donde la violencia está legitimada y se usa como moneda corriente a la hora de debatir ideas en redes y medios. Hay muchos textos en la obra con los que el público queda conmovido. Se habla de una operación a corazón abierto, con el humor como línea de fuga que nos permite no quedar capturados en ese miedo

P.: Se multiplican los unipersonales donde un actor encarna a múltiples personajes, “Chanta”, “Agotados”, “Suavecita”, “Operación Macbeth” y la lista sigue. Esta también va en esa línea, ¿Cómo lo encarás y como es el desafío?

M.S.: Cuando me llegó la obra, fue lo primero que le pregunté a Gabriela Villalonga, directora y coautora junto con Rodrigo Cárdenas ¿Por qué un unipersonal, siendo una obra de 9 personajes, de los cuales 4 son personajes femeninos? ¿Y por qué yo? La verdad es que no se si es una tendencia, en esta obra está absolutamente justificado por la dramaturgia y el concepto de «devenir» ya que la obra plantea una mirada subjetiva de un paciente de la sesión de psicodrama coordinada por Pavlovsky y como eso vivido se fue haciendo parte de él llegando a constituir su personalidad, las personas significativas en nuestra vida, se vuelven parte de nosotros y nosotros nos armamos intuitivamente a partir de esa interacción, somos un «devenir nosotros» También nuestro entorno influye, varias de las obras que mencionas, como Habitación Macbeth, también se ensayó en plena pandemia como «Deviniendo Tato» Hubo ahí un instinto de supervivencia del teatro, en medio de esa incertidumbre, una pulsión vital de los y las artistas donde lo unipersonal era posible.

P.: ¿Qué diferencia aparece entre el psicodrama y el psicoanálisis?

M.S.: Estoy muy lejos de ser un experto en este área, pero puedo decirte algunas cosas que aprendí de quienes sí saben. En principio la obviedad de lo grupal, lo múltiple en contraste con el consultorio y la interacción de a dos. El psicodrama propone la resonancia del grupo desde lo lúdico y lo escénico, un/a paciente cuenta algo, un problema, un recuerdo, una anécdota, y el grupo coordinado por el terapeuta, resuenan desde múltiples escenas a eso que trajo uno de ellos, de esa experiencia viva, lúdica y con múltiples subjetividades interactuando con una situación individual, desarma lo original y lo vuelve a rearmar, permite la fuga de la captura individual en el resignificado grupal. En la obra este sistema se ve, se vive.

P.: Aparecen temas en relación a la vejez, los cuerpos, sus afecciones, una cirugía a corazón abierto. ¿Cómo se abordan y qué otros temas subyacen?

M.S.: Todos los temas se abordan desde la emoción, desde la necesidad, desde la empatía grupal y con una enorme generosidad de saber que no hay una única respuesta a estos temas, así como tampoco hay una única forma de vivirlos. Los miedos y los deseos, no se pueden medir ni estandarizar. El individualismo propone estándares y objetivos personales para estar a la par de los demás, para cumplir y estar bien, lo grupal propone la convivencia con la diferencia y los diferentes tiempos para transitar cada tema. La obra propone un encuentro, un ritual circular, donde los pacientes y el terapeuta se convocan para «balbucear».De ese «balbuceo» empiezan a desprenderse los temas sobre los que el grupo va a dramatizar y multiplicar, la soledad, el miedo a la muerte, el miedo a envejecer, el miedo a la mirada ajena, problemas laborales concretos.

P.: Se recorren obras como Potestad. Rojos Globos Rojos, Telarañas, “Señor Galíndez”, “Textos balbuceantes”, ¿qué podés señalar sobre ellas?

M.S.: Estos textos emblemáticos del Pavlovsky dramaturgo, se vuelven funcionales a los pacientes del Pavlovsky psicodramatista, los textos se desterritorializan de sus obras originales para volver a territorializarse en esta nueva obra. eso representa en sí, el núcleo poético de lo que trata «Deviniendo Tato» Nadie que la vea verá Potestad, Telarañas, etcétera, pero va a resonar con sus textos, se conjuga la dramaturgia con la multiplicación dramática. Para quienes son muy cercanos a esos materiales, la obra cobra otro relieve, pero lo rico es que no hace falta conocerlos, ni siquiera conocer a Tato o su trabajo, para disfrutar esta obra.

P.: ¿Qué podemos decir de la vigencia de Tato hoy en este contexto de país en torno a la cultura y el teatro?

M.S.: La vigencia del teatro, es una pregunta constante en nosotros, todo pasa, algo queda y el teatro sigue acá. El teatro es un árbol con infinitas raíces muy profundas que sigue dando frutos de diversos sabores y colores. En ese sentido, pensar en nuestra época y hacer foco en nuestro territorio es buscar nuestra voz de aquí y ahora, teatro. No es novedad que al árbol lo podes regar, cuidar, multiplicar o podes intentar talarlo, incendiarlo, matarlo, como parece ser la intención de algunos gobiernos como el actual. Pero somos muchos y muchas quienes seguiremos regando el árbol y quienes seguirán disfrutando sus frutos. Pavlovsky hablaba de resistencia, la resistencia de las micropoliticas en forma de experiencias culturales y sociales que resisten al intento de alineación e individualismo, a veces resisten por los bordes como decía Tato, a veces atravesándonos de lleno como sociedad e individuos.

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