«Y…un poquito para cagarles el fin de semana también. A los diputados y a algunos de acá adentro«. Mientras revolea lo ojos a un lugar indefinido, como para remarcar el «acá adentro», un funcionario le revela a Clarín una de las razones que llevó al presidente Javier Milei a pronunciar su discurso ante la Asamblea Legislativa a la noche. Lo dice como disfrutándolo.
Es jueves a la tarde y, habrá que reconocerle al funcionario, varios empleados se saludan en los pasillos de Casa Rosada deseándose «¡buen finde!». ¿No trabajan los viernes?
Este año, la apertura de sesiones ordinarias, siempre previstas para el 1° de marzo, cayó justamente en el último día hábil de la semana. Habitualmente, los presidentes dan su discurso en el Congreso entre el final de la mañana y el mediodía. Milei cambió.
Ese cambio alteraría una rutina habitual de los legisladores del Interior, que viajan a sus provincias el fin de semana (viernes incluido).
Como ya contó este diario, parte de la modificación del protocolo va en línea con la médula del relato L (ibertario): hacer todo distinto a la clase política, «romper el statu quo». También, aseguran fuentes oficiales, el horario puede ayudar a tener mayor audiencia televisiva.
¿El daño colateral? La noche también suele ser más propicia para los cacerolazos. «También nos pueden hacer cacerolazos al mediodía. Además, ¿dónde está escrito que hay que hablar de día?«, suben la apuesta en el Gobierno.
40 minutos, la herencia y que vengan los carteles
Si bien en el Gobierno guardan bastante celo con el contenido del discurso presidencial, hay algunos parámetros generales definidos. Duraría «cerca de 40 minutos» y se hará foco en la «herencia».
Como también anticipó este diario, otro elemento disruptivo sería el lugar desde dónde hablará el Presidente. En lugar de hacerlo desde el histórico estrado del titular del Senado, lo haría desde un atril que colocaron especialmente.
Milei ya había dado muestras de su obsesión por diferenciarse de la casta en la asunción de su mandato. Se fue del recinto y le habló «a la gente común» desde las escalinatas del palacio.
«Ojalá traigan carteles o se ofendan y se vayan de sus bancas. Todo lo que venga en ese sentido es ganancia para nosotros», evaluaba un colaborador del Presidente, horas antes de la presentación.
¿Eso implica que Milei directamente los va a provocar con sus discurso? Silencio. En la oposición hay temor a los ataques y se generó un debate sobre qué hacer si esto ocurre.
Datos en mano, en la Rosada aseguran que los políticos y los sindicalistas encabezan los ranking de desprestigio ante la opinión pública. También allí se mezclan los medios.
«Es verdad, pero a ustedes los periodistas, en general, les paga el sector privado. No es lo mismo«, diferencia una fuente oficial, como para distinguir cuáles serían sus blancos principales. La furia del Presidente con algunos colegas abre al menos un interrogante.
El ninguneo al Poder Legislativo se retroalimenta dentro del Gobierno. Milei ya dejó en claro que el primer tramo de su gestión podría prescindir de la labor de diputados y senadores. Las reformas de mediano y largo plazo no.
Por eso otro plan va incubando en su cabeza, cuando aun no cumplió tres meses en el poder: hacer una gran elección en el 2025, aliado al macrismo, y avanzar definitivamente sobre el Congreso.